Faustino Rupérez Rincón (Piquera de San Esteban, Soria; 29 de julio de 1956) es un ciclista español retirado, profesional entre los años 1979 y 1985.
Como principiante, logró una veintena de triunfos, incluyendo entre ellos el Campeonato de España. En esa etapa de su carrera ahora dio muestras de ser un corredor completo, capaz de realizar un óptimo papel en pruebas de un día, tal como en pruebas por etapas. Incluso en la más importante para corredores de su condición, como lo muestra su 6º puesto en la clasificación general del Tour del Porvenir de 1978 (acumulando nada menos que 6 Top-Ten en las 12 etapas de que constaba la prueba).
En su primer año como profesional, Faustino Rupérez fue cuarto en la Vuelta a España, solamente superado por Zoetemelk, Galdós y Pollentier y por enfrente de Pedro Torres, Van Impe, Seznec, Alban o Alberto Fernández, entre otros muchos. También fue vencedor en el Campeonato de España, a pesar de finalizar segundo, al ofrecer positivo el ganador, Isidro Juárez, en un control antidopaje.
Su mayor éxito fue la victoria final conseguida en la Vuelta a España 1980, en un instante en el que el ciclismo español era frecuentemente desmerecido por los ciclistas extranjeros. En parte ya que en las tres últimas ediciones vencieron corredores de otros países, al paso que los españoles solo habían logrado tres plazas de podio de nueve probables. En la Vuelta a España de 1980, Rupérez superó a veteranos del pelotón nacional como Pedro Torres (2º) y Galdós (8º), y del pelotón internacional, como De Muynck (7º) y Thevenet (14º). Pero, sobre todo, se impuso a un elenco de jóvenes llamados a tener un papel muy señalado en la novedosa generación en sus inicios del ciclismo mundial, caso de Claude Criquielion (3º), Sean Kelly (4º), Marino Lejarreta (5º) o Roberto Visentini (15º).
En el año 1981 Rupérez tuvo dos accidentes, ambos en competición, que lastraron su desempeño. Sobre todo en la Vuelta a España, ya que llegó muy corto de preparación. Pero el mucho más grave se produjo en el Giro de Italia, puesto que le obligó a dejar la competición. Las crónicas de la temporada cuentan que se temió por su vida. Aunque, tras una buena recuperación, logró acumular varios triunfos en el tramo final de la temporada, siendo el más esencial la clasificación general de la Volta a Cataluña, superando a Serge Demierre, Marino Lejarreta, Johan Van der Velde y Vicente Belda. Si nos fijamos en las etapas, Rupérez logró 6 Top-ten en 8 días de competición, haciendo gala de su enorme regularidad.
A lo largo de su carrera siguió consiguiendo buenos puestos en las clasificaciones en general de las considerables rondas por etapas. En total, fueron 7 Top-ten en 7 años como profesional, resaltando el 4º puesto en la Vuelta a España de 1982 o el 7º puesto del Giro de Italia de 1983 (en cuya edición solo cuatro ciclistas invirtieron menos tiempo que Rupérez en el recorrido, pero las exageradas bonificaciones de la temporada -que llegaban a ser de medio minuto para el vencedor de cada etapa- le impidieron acceder a ese 5º puesto). En realidad, alcanzó un puesto entre los diez primeros en todas y cada una de las clasificaciones en general de las considerables rondas por etapas que disputó y acabó en las seis temporadas que van desde 1978 a 1983, con la única excepción del Giro de Italia de 1980, en que fue 11º… por solo tres segundos, mientras que, para hacernos una idea, el 12º clasificado, el francés Bernaudeau, quedó a casi siete minutos de Rupérez. Mientras que, en esas estadísticas, en las temporadas 1982 y 1983 alcanzó un «doble Top-ten» (clasificado entre los diez primeros de la general de la Vuelta a España y del Giro de Italia en exactamente el mismo ejercicio).
El soriano también fue un buen corredor de las Vueltas de una semana integradas en el calendario internacional, acumulando, aparte de la victoria en la Volta de 1981, varios pódiums, como un segundo puesto en la clasificación general de la la Volta (1983); 2 segundos puestos de la general de la Semana Catalana (1979 y 1983) y otro en la general de la Vuelta al País Vasco (1984).
En cuanto a las pruebas de un día, fue elegido para participar en todos y cada uno de los Campeonatos del Mundo mientras que fue profesional, alcanzando como mejor resultado la cuarta plaza en 1983. En esa ocasión fue el gran animador de la prueba junto al estadounidense Greg Lemond (1º), pero perdió la medalla de bronce por apenas media rueda frente a Stephen Roche, en el esprint final de un conjunto selecto en el que también figuraban Van der Poel (2º) y Criquielion (5º). En esa época los equipos españoles solamente frecuentaban las clásicas del calendario internacional. Pero, en sus escasas visualizaciones, Rupérez también tuvo actuaciones resaltadas en las clásicas de otoño italianas, tanto en el Giro de Lombardía, como en el Giro del Piemonte. Cuando Rupérez logró el trinufo en la edición de 1982 del Giro del Piemonte, acabó con una larga sequía para nuestro ciclismo, en tanto que se transformó en el primer español en poder una victoria en una tradicional desde 1964.
A lo largo de esos años, Rupérez fue el alma del equipo ZOR, en cuyas filas desarrolló su trayectoria como corredor profesional. Existe cierto consenso en que el año 1983 fue el del despegue definitivo del ciclismo español. Año recordado por el magnífico Tour de Francia que hicieron Arroyo (2º) y Delgado (15º), entonces en el seno del equipo Reynolds. Pero no tenemos la posibilidad de olvidar que asimismo contribuyeron a ganar esa nueva imagen en el pelotón en todo el mundo los éxitos colectivos del equipo ZOR, que, con la contribución de Rupérez, esa misma temporada fue con la capacidad de vencer en la clasificación general por equipos tanto de la Vuelta a España que venció Hinault, como del Giro de Italia que coronó a Saronni.
El triunfo de Rupérez en la Vuelta de 1980, así como su buen desempeño en otras pruebas del calendario internacional, lo transforman por derecho propio en uno de los más importantes representantes de la novedosa ola del ciclismo español que penetró de manera fuerte a principios de los 80s, adjuntado con Marino Lejarreta, Alberto Fernández o Ángel Arroyo, sin olvidar a los Vicente Belda, Eduardo Chozas o Pedro Muñoz. De hecho, Rupérez fue la avanzadilla de este conjunto de corredores a los que, desde 1983, se incorporaron los primeros éxitos de Pedro Delgado (profesional desde el año previo) y, desde 1985 -la última temporada en activo del propio Rupérez- y años consecutivos, los de Miguel Induráin.
Como balance de su carrera, puede decirse que Rupérez no era un claro especialista en nada, pero se defendía bien en todos los terrenos. Es difícil referirse a él como un escalador puro, pero la verdad es que Rupérez tenía buenas actuaciones en las etapas de media y alta montaña, en las que habituaba a ingresar con los mejores. Un ejemplo de esto lo poseemos en el Giro de Italia de 1982, que contaba con tres llegadas en puertos de primera categoría y otras 2 etapas de alta montaña, en las que se debían superar múltiples cumbres de primera categoría a lo largo de su paseo. Pues bien, Rupérez las completó con un tercer puesto, 2 sextos puestos, y dos séptimos puestos. Hinault ganó dos de esas etapas y al final ganó la clasificación general del Giro. Pero, si sumamos los tiempos de esas cinco etapas, solamente le sacó un minuto y medio a Rupérez (bonificaciones al margen), al tiempo que el soriano, junto a Vicente Belda (alistado en el Kelme) le dio relevos a Hinault en una de esas etapas definitivas (la decimoséptima, de 232 km, que acababa en Boario Terme) cuando la lengua francesa estaba verdaderamente contra las cuerdas. Las imágenes de la temporada mostraron a Hinualt llegando a misión, fatigado, a duras penas aguantando la rueda de Belda y Rupérez, pero eso a la postre fue decisivo a fin de que el «tiburón» galo pudiese hacerse con la clasificación general del Giro. Al final, Rupérez sólo pudo ser 10º en tal clasificación general, puesto que no se corresponde con sus buenas actuaciones, pero eso se debió en buena medida a una muy inoportuna caída en la sexta etapa, que le logró perder más de 5 minutos, con la particularidad que fue el único de los amos de filas que resultó afectado por ese hecho. Descontando esos minutos, Rupérez hubiese concluido ese Giro en la 6ª plaza, por enfrente de Saronni, Beccia o Moser.
Si la mayor virtud de Rupérez era la regularidad, su mayor defecto era su escasa eficacia en el esprint, cosa que le privó de algunos éxitos a lo largo de su trayectoria. En cambio, fue un buen rodador, siendo inquietante por sus largas escapadas a solas, forjadas cuando la carretera picaba hacia arriba, aprovechando tanto las ascensiones como los descensos de los puertos de montaña que tengan la posibilidad de jalonar el recorrido. Estos asaltos fueron el origen de la inmensa mayoría de sus victorias. Mientras que en las etapas contrarreloj, pese a no alcanzar las posibilidades de los más destacados ciclistas del momento, se defendía razonablemente bien, como lo demuestran varios Top-Ten en rutas etapas contra el crono de la Vuelta a España (su mejor puesto en esta especialidad fue un 5º, en la de 1983) aunque también logró gala de admisibles prestaciones en las etapas contrarreloj de los Giros de Italia, que siempre contaban con un elenco de buenos especialistas del pelotón en todo el mundo (su mejor puesto en una etapa de esta clase fue el 10º, ex- aequo con el especialista alemán Gregor Braun, en la edición de 1983, pero también logró varios Top-20) tal como en la Volta a Cataluña o en la Vuelta al País Vasco (bastantes Top-ten entre ambas pruebas, con un 3º como mejor puesto, en la edición de 1983 de la Volta, solo tras el mejor especialista español de la temporada, Julián Gorospe, y del suizo Thalman).
A lo largo de su carrera, tras su prometedora temporada como neo-profesional (1979) Rupérez ejerció de líder de su equipo en las temporadas 1980, 1981 y 1982, en las que se concentran sus triunfos mucho más relevantes. Pero, a partir de 1983, con el fichaje de Alberto Fernández por el ZOR, pasó a ejercer como su lugarteniente. Expresión que define mejor que la de gregario su desempeño en carrera. Esta circunstancia se repitió en la temporada de 1984. Una de las anécdotas mucho más importantes de esta relación se dio en la Semana Catalana de 1983, en tanto que el último día de competición, cuando Rupérez ahora la tenía virtualmente ganada, en el trayecto que iba del descenso del último puerto de montaña hasta la meta, el soriano levantó el pie del pedal para que de esa manera Alberto Fernández, que venía luciendo el maillot de líder, pero bastante distanciado y muy justo de fuerzas, pudiera recortar distancias, sostener ese liderato in extremis, y de esa forma hacerse con el triunfo final.
Debido a diversos inconvenientes físicos, al terminar la temporada de 1985, que fue la única realmente floja en desenlaces, Rupérez decidió colgar la bicicleta. Quizá prematuramente. Porque la suya fue una carrera más bien corta, si la comparamos con la de otros corredores de la temporada (y con mucho más razón si lo equiparamos con las carreras de los ciclistas de nuestros días). A pesar de lo que, Rupérez amontonó un total de 31 victorias como profesional (introduciendo 28 en la modalidad de fondo en carretera; una en pista y otras 2 en la modalidad de período-cross). Todo ello sin tener múltiples triunfos inferiores, entre aquéllos que hay que resaltar diversos premios conseguidos en vueltas de una semana, como los de la montaña (Semana Catalana de 79, Vuelta a Asturias de 84, Vuelta a los Tres Cantos de 85), o de la regularidad (Vuelta a Asturias de 83), e incluso el de los sprints particulares (Vuelta a La Rioja de 84… amontonados, no al esprint, sino merced a 2 de esas largas escapadas que le caracterizaban -y que también le valieron un triunfo de etapa en esa edición de la citada competición-).
Tras dejar el ciclismo profesional, fue el directivo técnico del conjunto deportivo KAS, formación ciclista donde Sean Kelly ganó la Vuelta a España 1988 a sus órdenes. Como curiosidad, Faustino Rupérez es la única persona que ha ganado la Vuelta a España como corredor y como directivo. Tras la desaparición del equipo KAS, Rupérez fue también directivo del equipo Puertas Mavisa.
En 1994 entró en la Federación Española de Deportes para Ciegos, donde es directivo técnico de ciclismo en tándem, habiendo acudido en dicho puesto a los Atlanta, Sídney y Atenas.
-: no participa
Ab.: abandono
Faustino Rupérez Rincón (Piquera de San Esteban, Soria; 29 de julio de 1956) es un ciclista español retirado, profesional entre los años 1979 y 1985.
Como principiante, logró una veintena de triunfos, incluyendo entre ellos el Campeonato de España. En esa etapa de su trayectoria ahora dio muestras de ser un corredor completo, con la capacidad de llevar a cabo un buen papel en pruebas de un día, así como en pruebas por etapas. Incluso en la más esencial para corredores de su condición, como lo exhibe su 6º puesto en la clasificación general del Tour del Porvenir de 1978 (juntando nada menos que 6 Top-Ten en las doce etapas de que constaba la prueba).
En su primer año como profesional, Faustino Rupérez fue cuarto en la Vuelta a España, únicamente superado por Zoetemelk, Galdós y Pollentier y por enfrente de Pedro Torres, Van Impe, Seznec, Alban o Alberto Fernández, entre otros. También fue vencedor en el Campeonato de España, a pesar de terminar segundo, al dar positivo el ganador, Isidro Juárez, en un control antidopaje.
Su mayor éxito fue la victoria final conseguida en la Vuelta a España 1980, en un instante en el que el ciclismo español era frecuentemente desmerecido por los ciclistas extranjeros. En parte debido a que en las tres últimas ediciones vencieron corredores de otros países, al paso que los españoles solo habían conseguido tres plazas de podio de nueve probables. En la Vuelta a España de 1980, Rupérez superó a veteranos del pelotón nacional como Pedro Torres (2º) y Galdós (8º), y del pelotón en todo el mundo, como De Muynck (7º) y Thevenet (14º). Pero, sobre todo, se impuso a un elenco de jóvenes llamados a tener un papel muy señalado en la nueva generación en cierne del ciclismo mundial, caso de Claude Criquielion (3º), Sean Kelly (4º), Marino Lejarreta (5º) o Roberto Visentini (15º).
En el año 1981 Rupérez tuvo dos accidentes, ambos en competición, que lastraron su desempeño. Sobre todo en la Vuelta a España, en tanto que llegó cortísimo de preparación. Pero el mucho más grave se causó en el Giro de Italia, en tanto que le obligó a abandonar la competición. Las crónicas de la época cuentan que se temió por su vida. Aunque, tras una aceptable recuperación, logró amontonar múltiples triunfos en el tramo final de la temporada, siendo el más importante la clasificación general de la Volta a Cataluña, superando a Serge Demierre, Marino Lejarreta, Johan Van der Velde y Vicente Belda. Si nos fijamos en las etapas, Rupérez logró 6 Top-ten en 8 días de competición, haciendo gala de su gran regularidad.
A lo largo de su carrera prosiguió consiguiendo buenos puestos en las clasificaciones en general de las grandes rondas por etapas. En total, fueron 7 Top-ten en 7 años como profesional, resaltando el 4º puesto en la Vuelta a España de 1982 o el 7º puesto del Giro de Italia de 1983 (en cuya edición sólo cuatro corredores invirtieron menos tiempo que Rupérez en el recorrido, pero las exageradas bonificaciones de la época -que llegaban a ser de medio minuto para el vencedor de cada etapa- le impidieron acceder a ese 5º puesto). En realidad, alcanzó un puesto entre los diez primeros en todas las clasificaciones generales de las considerables rondas por etapas que disputó y acabó en las seis temporadas que van desde 1978 a 1983, con la única excepción del Giro de Italia de 1980, en que fue 11º… por solo tres segundos, al tiempo que, para hacernos una idea, el 12º clasificado, la lengua francesa Bernaudeau, quedó a prácticamente siete minutos de Rupérez. Mientras que, dentro de esas estadísticas, en las temporadas 1982 y 1983 alcanzó un «doble Top-ten» (clasificado entre los diez primeros de la general de la Vuelta a España y del Giro de Italia en el mismo ejercicio).
El soriano asimismo fue un óptimo corredor de las Vueltas de una semana incorporadas en el calendario internacional, acumulando, aparte de la victoria en la Volta de 1981, varios pódiums, como un segundo puesto en la clasificación general de la la Volta (1983); dos segundos puestos de la general de la Semana Catalana (1979 y 1983) y otro en la general de la Vuelta al País Vasco (1984).
En cuanto a las pruebas de un día, fue elegido para participar en todos los Campeonatos del Mundo mientras que fue profesional, alcanzando como mejor resultado la cuarta plaza en 1983. En esa ocasión fue el gran animador de la prueba junto al estadounidense Greg Lemond (1º), pero perdió la medalla de bronce por apenas media rueda en frente de Stephen Roche, en el esprint final de un grupo selecto en el que también figuraban Van der Poel (2º) y Criquielion (5º). En esa época los equipos españoles apenas frecuentaban las tradicionales del calendario en todo el mundo. Pero, en sus pocas visualizaciones, Rupérez también tuvo actuaciones resaltadas en las tradicionales de otoño italianas, tanto en el Giro de Lombardía, como en el Giro del Piemonte. Cuando Rupérez logró el trinufo en la edición de 1982 del Giro del Piemonte, acabó con una larga sequía para nuestro ciclismo, en tanto que se convirtió en el primer español en lograr una victoria en una tradicional desde 1964.
A lo largo de esos años, Rupérez fue el alma del equipo ZOR, en cuyas filas desarrolló toda su trayectoria como corredor profesional. Existe cierto consenso en que el año 1983 fue el del despegue definitivo del ciclismo español. Año recordado por el magnífico Tour de Francia que hicieron Arroyo (2º) y Delgado (15º), entonces en el seno del equipo Reynolds. Pero no tenemos la posibilidad de olvidar que también contribuyeron a ganar esa nueva imagen en el pelotón internacional los éxitos colectivos del equipo ZOR, que, con la contribución de Rupérez, esa temporada fue con la capacidad de vencer en la clasificación general por equipos tanto de la Vuelta a España que venció Hinault, como del Giro de Italia que coronó a Saronni.
El triunfo de Rupérez en la Vuelta de 1980, así como su buen desempeño en otras pruebas del calendario en todo el mundo, lo convierten por derecho propio en uno de los principales representantes de la novedosa ola del ciclismo español que penetró de forma fuerte a inicios de los 80s, junto con Marino Lejarreta, Alberto Fernández o Ángel Arroyo, sin olvidar a los Vicente Belda, Eduardo Chozas o Pedro Muñoz. De hecho, Rupérez fue la avanzadilla de este conjunto de corredores a los que, a partir de 1983, se incorporaron los primeros éxitos de Pedro Delgado (profesional desde el año anterior) y, a partir de 1985 -la última temporada en activo del propio Rupérez- y años sucesivos, los de Miguel Induráin.
Como cómputo de su carrera profesional, puede decirse que Rupérez no era un claro especialista en nada, pero se defendía bien en todos los terrenos. Es difícil referirse a él como un escalador puro, pero lo cierto es que Rupérez tenía buenas actuaciones en las etapas de media y alta montaña, en las que habituaba a entrar con los mejores. Un ejemplo de ello lo contamos en el Giro de Italia de 1982, que tenía tres llegadas en puertos de primera categoría y otras dos etapas de alta montaña, en las que se debían superar múltiples cimas de primera categoría durante su recorrido. Pues bien, Rupérez las completó con un tercer puesto, 2 sextos puestos, y dos séptimos puestos. Hinault ganó dos de esas etapas y al final ganó la clasificación general del Giro. Pero, si sumamos los tiempos de esas cinco etapas, solamente le sacó un minuto y medio a Rupérez (bonificaciones ajeno), al tiempo que el soriano, al lado de Vicente Belda (enrolado en el Kelme) le dio relevos a Hinault en una de esas etapas definitivas (la decimoséptima, de 232 km, que terminaba en Boario Terme) en el momento en que la lengua francesa se encontraba verdaderamente contra las cuerdas. Las imágenes de la época mostraron a Hinualt llegando a misión, agotado, a duras penas soportando la rueda de Belda y Rupérez, pero eso a la postre fue definitivo a fin de que el «tiburón» galo pudiese hacerse con la clasificación general del Giro. Al final, Rupérez solo pudo ser 10º en dicha clasificación general, puesto que no se corresponde con sus buenas actuaciones, pero eso se debió en buena medida a una muy inoportuna caída en la sexta etapa, que le hizo perder más de 5 minutos, con la peculiaridad que fue el único de los jefes de filas que resultó afectado por ese hecho. Descontando esos minutos, Rupérez hubiera concluido ese Giro en la 6ª plaza, por enfrente de Saronni, Beccia o Moser.
Si la mayor virtud de Rupérez era la regularidad, su mayor defecto era su escasa efectividad en el sprint, cosa que le privó de ciertos éxitos durante su carrera. En cambio, fue un buen rodador, siendo inquietante por sus largas fugadas a solas, forjadas cuando la carretera picaba hacia arriba, aprovechando tanto las ascensiones como los descensos de los puertos de montaña que pudieran jalonar el recorrido. Estos ataques fueron el origen de la enorme mayoría de sus victorias. Mientras que en las etapas contrarreloj, pese a no alcanzar las prestaciones de los mejores corredores actualmente, se defendía razonablemente bien, como lo prueban múltiples Top-Ten en sendas etapas contra el crono de la Vuelta a España (su mejor puesto en esta especialidad fue un 5º, en la de 1983) aunque también hizo gala de aceptables prestaciones en las etapas contrarreloj de los Giros de Italia, que siempre y en todo momento contaban con un elenco de buenos expertos del pelotón en todo el mundo (su mejor puesto en una etapa de este tipo fue el 10º, ex- aequo con el experto alemán Gregor Braun, en la edición de 1983, pero también logró varios Top-20) así como en la Volta a Cataluña o en la Vuelta al País Vasco (bastantes Top-ten entre las dos pruebas, con un 3º como mejor puesto, en la edición de 1983 de la Volta, solo por detrás del mejor experto español de la época, Julián Gorospe, y del suizo Thalman).
A lo largo de su trayectoria, tras su prometedora temporada como neo-profesional (1979) Rupérez ejerció de líder de su equipo en las temporadas 1980, 1981 y 1982, en las que se concentran sus triunfos mucho más importantes. Pero, a partir de 1983, con el fichaje de Alberto Fernández por el ZOR, pasó a ejercer como su lugarteniente. Expresión que define mejor que la de gregario su desempeño en carrera. Esta situación se repitió en la temporada de 1984. Una de las anécdotas mucho más relevantes de esta relación se dio en la Semana Catalana de 1983, puesto que el último día de competición, en el momento en que Rupérez ahora la tenía virtualmente ganada, en el camino que iba del descenso del último puerto de montaña hasta la misión, el soriano levantó el pie del pedal a fin de que de esa manera Alberto Fernández, que venía luciendo el maillot de líder, pero bastante distanciado y muy justo de fuerzas, pudiera recortar distancias, sostener ese liderato in extremis, y de ese modo hacerse con el triunfo final.
Debido a distintos problemas físicos, al terminar la temporada de 1985, que fue la única verdaderamente floja en resultados, Rupérez decidió colgar la bicicleta. Quizá prematuramente. Porque la suya fue una carrera profesional mucho más bien corta, si la equiparamos con la de otros ciclistas de la época (y con más razón si lo comparamos con las carreras de los corredores de nuestros días). A pesar de lo que, Rupérez acumuló un total de 31 victorias como profesional (incluyendo 28 en la modalidad de fondo en carretera; una en pista y otras 2 en la modalidad de ciclo-cross). Todo ello sin tener varios triunfos inferiores, entre aquéllos que hay que destacar distintos premios logrados en vueltas de una semana, como los de la montaña (Semana Catalana de 79, Vuelta a Asturias de 84, Vuelta a los Tres Cantos de 85), o de la regularidad (Vuelta a Asturias de 83), e inclusive el de los sprints especiales (Vuelta a La Rioja de 84… amontonados, no al sprint, sino gracias a 2 de esas largas fugadas que le caracterizaban -y que asimismo le valieron un triunfo de etapa en esa edición de la citada competición-).
Tras dejar el ciclismo profesional, fue el directivo técnico del grupo deportivo KAS, formación ciclista donde Sean Kelly ganó la Vuelta a España 1988 a sus órdenes. Como curiosidad, Faustino Rupérez es la única persona que ganó la Vuelta a España como corredor y como directivo. Tras la desaparición del equipo KAS, Rupérez fue asimismo director del equipo Puertas Mavisa.
En 1994 entró en la Federación Española de Deportes para Ciegos, donde es directivo técnico de ciclismo en tándem, habiendo acudido en tal puesto a los Atlanta, Sídney y Atenas.
-: no participa
Ab.: abandono